Este cuaderno titulado “Vivir con menos para vivir mejor” es una crítica desde el cristianismo a la ideología del crecimiento ilimitado. Ideología que domina nuestro mundo desarrollado y que entra también en nosotros, los cristianos como una forma de ver y vivir la economía.
Y como conclusión indica ocho estilos nuevos que expresan lo que el cristiano, en su pensar y su vivir, puede ofrecer ante esta ideología:
- Unos valores alternativos capaces de ayudar a construir una nueva economía inclusiva y ecológica, centrada en el bien común y en la opción preferencial por los pobres y excluidos del actual sistema.
- Una espiritualidad que ayuda al corazón humano a movilizarse para un cambio de modelo socioeconómico. Una espiritualidad que no es ingenua, ya que es consciente de la ambivalencia del corazón humano, de la codicia, del afán de dominio, y por ello ofrece caminos ascéticos. No cae en una ingenuidad de no creer que no existe el pecado personal y estructural que daña las buenas intenciones.
- Una ética que, dada su universalidad, puede ayudar a superar los pequeños grupos y el etnocentrismo, de tal manera que el nuevo modelo social sea inclusivo y no solo para una minoría. Y dadas las condiciones del mundo actual, donde existe una creciente desigualdad, exhorte a los movimientos críticos a que opten preferentemente por los más pobres, por los que no tienen voz.
- Una noción de persona que abandona el individualismo y propone un modelo más comunitario de convivencia: somos gracias al don de los demás. Las lógicas que propone de comunión, de gratuidad, pueden ayudar a romper las lógicas de posesión y de mercantilización (todo puede venderse y comprarse en el mercado) que son las hegemónicas en nuestro mundo. La necesidad de comunidad para hacer frente a los retos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad…
- Una esperanza ante la incertidubre, ante las pérdidas que podemos experimentar. Una esperanza no pasiva y que valora los pequeños gestos, en que nada se pierde, ya que estos gestos pequeños ayudan a romper con las lógicas hegemónicas de nuestra cultura. Una esperanza que sabe ver en las muertes, en la máxima negatividad, semillas de vida y de renacimiento.
- Una comunidad abierta que entienda que es necesario ponerse a escuchar y entrar a dialogar con aquellos movimientos críticos que también quieren cambiar el planeta y las relaciones humanas para que sean más justas.
Y queda el paso que exige un discernimiento de cómo vivir personal y colectivamente todo esto.