Un año más, y tras dos años duros para todos, celebramos la Resurrección del Señor con el templo rebosante de personas y, sobre todo, de fe y de alegría.
Con la participación en la liturgia de la Cofradía del Señor Resucitado y Mª Santísima de la Victoria, haciendo suya, como no podía ser de otra manera, la fiesta más grande de la cristiandad como preparación para su estación de penitencia que tiene lugar el Domingo de Resurrección.
La alegría de la fe en la Resurrección de Cristo se palpó en todos y cada uno de los momentos con la participación activa de todo el pueblo de Dios en los cantos y en las oraciones propias de esta celebración.
Cristo Vive, ha resucitado. ¡Aleluya!