San Bruno nació en Colonia (Alemania) en 1030. Según el testimonio de quienes le conocieron, su persona irradiaba paz, bondad y alegría, “Siempre estaba con rostro alegre” dijeron. Es conocido por fundar la Orden de la Cartuja, aunque más que fundador habría que considerarlo como iniciador de un género de vida monástico que con el tiempo se convertiría en la Orden de la Cartuja: Ermitaños contemplativos que cuenta ramas masculina y femenina. Ambas ramas tienen en común la misma vocación, una vida de oración y silencio en el corazón de la Iglesia. Los “Cartujos” practican una vida de fe sencilla y consagran sus vidas a alabar a Dios y orar por las necesidades del mundo.