“Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron” Lc, 23, 30-31

nos inquietaba el mundo que ambos como marido y mujer, como tus padres, éramos capaces de hacerte…

Sabes, hijo, lo que a Él con Fe se le pide, con más Fe te lo concede y con Gracia lo aceptamos.

En su Adiós, Jesús lanzó su beso al Padre y después a la Tierra, a nosotros. Así queda el guiño que nos hace en su promesa más sagrada de Vida.

Tantas veces intentarán pisar tus creencias, ángel de amor, por no coincidir con la ideología de urna… pero has de saber que la “Cruz Prevalece”.

Hay quien cree en el Dios de lo extraordinario, yo creo en el Dios de lo ordinario, de lo cotidiano, de lo sencillo, de la vida, ¿no es acaso vivir ya un milagro?

Me regalaste ojos nuevos que me hicieron ver el mundo mucho más amable

hay que creer en la persona, y en la capacidad de arrepentimiento y en dar oportunidades a los demás…